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¿Que es Megapraxis? El mundo cambia, y el cambio constante es una de las ideas que conciernen a la Megapraxis, (Heráclito: "Todo fluye"). Otra es su universalidad: es global; hay que analizar todo, explicar todo; no nos conformamos con las partes. La realidad siempre es compleja y la complejidad también es megapráctica. Pero no todo va a ser análisis. Debe haber praxis ¿no? Pues eso, propuestas de acción práctica, que es lo que modifica la realidad. En resumen, conocer mejor la realidad para proponer acciones que la transformen, que la hagan progresar, que sumen “cuantos de progreso”. Pasito a pasito. Es muy simple. Pero no es fácil.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Viaje de ida y vuelta a "La sagrada propiedad"

En línea con los últimos posts, en este se tratará igualmente del futuro, aunque pueda no parecerlo a primera vista.
Me parece pertinente traer a colación un pasaje barojiano. el texto corresponde al capítulo XVIII de la novela de Pío Baroja "La dama errante". En él, el doctor Aracil y su hija María huyen de Madrid hacia Portugal, perseguidos por la justicia, que cree que el doctor guarda alguna relación con un grave atentado sucedido días antes. La acción tiene lugar al llegar a la provincia de Ávila, por la Sierra de Gredos.

Iban entretenidos charlando, cuando vieron a un lado de la carretera a un hombre escuálido y casi desnudo, apoyado en un montón de piedras, envuelto en una manta llena de agujeros y con un pañuelo en la cabeza. Al lado del hombre, una mujer, vieja y haraposa, le contemplaba impasible.
- ¿Qué le pasa a este hombre? -Dijo Aracil, haciendo parar su caballo.
- Este hombre -contestó la vieja- es mi marido y está enfermo, y ahora le ha dado la calentura.
Bajó Aracil del caballo, y, sin acordarse de su situación, reconoció al enfermo.
- Este hombre está muy mal, pero muy mal- dijo a la vieja, que se encogió de hombros.
- Pero ¿cómo se han puesto ustedes en camino, encontrándose su marido así? -preguntó María.
- Ya ve usted -exclamó la mujer-. Miserias de los pobres. Ya no podíamos estar en el pueblo; debíamos la casa y nos han despachado, y como éste lleva tanto tiempo enfermo y no gana, pues nos salimos al camino.
- Y ¿qué es su marido de usted?
- ¿Qué quiere usted que sea? Peón. Ha trabajado en la finca de la duquesa hasta que se ha puesto malo, y ahora, cada día está peor. Ahí, en la Venta de la Cruz, hemos querido parar, pero como no llevábamos dinero...
- Y ¿dónde está la Venta de la Cruz? -preguntó el doctor.
- A un cuarto de hora de aquí.
- ¿No podrá ir su marido hasta allá? Ya le pagaremos la posada.
- ¿Podrás ir a la venta?
- No, no -murmuró el enfermo-; dejadme morir aquí.
- Voy a avisarle a ese peón que hemos visto -advirtió Aracil a su hija.
Retrocedió unos cien pasos, y encarándose con el peón caminero, le dijo:
- Oiga usted, amigo: hay ahí un hombre que se está muriendo en la carretera; ¿no le podría usted hospedar?
- ¡Hombre, yo no estoy autorizado para eso! .contestó el peón. Además, mire usted: mi mujer está de parto y acaba de dar a luz una niña.
- Pues ese hombre no se puede quedar así. Le advierto a usted que tiene unos cuartos. Aunque fuera, si tuviese usted un cobertizo donde meterlo...
Reflexionó el peón y aceptó.
Aracil fue a darle la noticia al enfermo, y éste, sostenido por su mujer, se encaminó, despacio, a la casa del peón caminero. Después, el doctor le dio tres duros a la mujer, e inmediatamente Aracil y su hija montaron a caballo y siguieron adelante.
En esto vieron una piedra del término de una dehesa, en la que ponía:
"Propiedad de la Excma. Sra. Duquesa de Córdoba."
Aracil se descubrió al leer la inscripción, y exclamó, en tono de burla:
-¡Oh, sagrada propiedad! Yo te saludo. Gracias a tí, los españoles que no emigran se mueren de hambre y de fiebre en los caminos.
La acción sucede alrededor de 1906, fecha del atentado que Mateo Morral perpetró contra los Reyes de España (ver post del 8 de febrero de 2013), del que Baroja hace partir toda la acción de esta novela. El propio Baroja mostró un interés "periodístico" acerca del atentado y sobre todo, de su ejecutor, que desembocó en esta novela. Para documentarse, Pio Baroja, acompañado por su hermano Ricardo, viajaron a caballo desde Madrid hacia Extremadura, por los mismos parajes donde luego situó el viaje del doctor Aracil y su hija. Los tipos que encontraron, las ventas y tugurios que visitaron, los lugares y pueblos por los que pasaron, tienen bastante que ver con la realidad de aquella época. No es ni mucho menos aventurado pensar que el propio Baroja, médico de profesión (aunque ejerció esta poco tiempo para dedicarse a la literatura), tuviera que atender a algún pobre moribundo como hace el doctor Aracil en la novela.
España en 1906 era un país miserable. Creo que el fragmento de la novela reproducido arriba es una buena muestra de ello, pero por si hace falta algún dato más, la tasa bruta de mortalidad era del 29 por 1000 (en Europa solo superaba esa tasa Rusia), la esperanza de vida al nacer era de 33,8 años para los hombres y 35,7 para las mujeres; el 20% de los recién nacidos no llegaban a cumplir un año de vida, y el 36,9% no cumplirían los 5 años. Los que tuvisteis abuelit@s nacidos por aquellas fechas, que sepáis que eran unos auténticos supervivientes: no solo superaron las calamidades de la infancia, sino una pandemia devastadora (la "gripe española" de 1918) y una guerra civil...

Cabe decir que a principio del siglo XX España cayó en una debacle social, y que desde 1900 en adelante, las condiciones de vida en España han ido mejorando, muy despacito, pero mejorando. Aquellas epidemias terribles que llenaban los cementerios de tumbas pequeñitas fueron quedando atrás gracias a las mejores condiciones higiénico-sanitarias, una atención médica cada vez mejor y más universal, mejores tratamientos (los antibióticos, las vacunas, etc). Poco a poco se fue generalizando la seguridad social, las pensiones, el acceso a la educación, la universalización de la sanidad. Las condiciones laborales también fueron mejorando. El trabajo se fue dignificando a la vez que el trabajador iba ganando derechos, como por ejemplo a tener un puesto de trabajo en condiciones adecuadas de salubridad, la protección social del desempleado, la jornada laboral, los días libres y las vacaciones, etc. Todo ello ha ido nivelando las desigualdades y contribuyendo a que hoy día disfrutemos de unos estándares de salud de los más altos de entre los países desarrollados (unos 80 años de esperanza de vida media, o una mortalidad infantil de 3,5 por 1000 nacimientos).

Al principio he dicho que hablaríamos del futuro. Y es cierto, porque por primera vez estamos abocados, por culpa de una política regresiva en gastos sociales, a retroceder en todos los sentidos. Es un hecho histórico que está ocurriendo delante de nuestras narices. Por primera vez en más de 100 años vamos a ir para atrás: va a aumentar la mortalidad infantil (no otra cosa es lo que auguran hechos como la falta de financiación de los programas de vacunación infantil recientemente aprobados en diversas comunidades autónomas, entre otros recortes sanitarios), va a reducirse la esperanza de vida de los españoles (no otra cosa auguran los recortes sanitarios impuestos por la política radical ultraliberal de la troika y aplicada por el gobierno actual -y por el anterior, no olvidemos-). Mi pregunta es ¿hasta donde retrocederemos?¿Hasta 1900? ¿Veremos gente muriéndose de hambre y de fiebre en las cunetas sin atención médica ni de ningún otro tipo, abandonados como perros?

Ya hemos emprendido el viaje de vuelta a "la sagrada propiedad". En nuestro afán de lucha, ese que demostraron aquéllos espíritus indomables que vieron que era preciso y era posible mejorar, que promovieron los cambios sociales que se fueron sucediendo durante más de 100 años, está la semilla que hará torcer ese destino cruel que nos tienen preparado, que no pretende menos que conducirnos de vuelta a la sagrada propiedad, al cortijo de la duquesa.

Salud y megapraxis.