Este post tratará otra vez del futuro. Los políticos, como es
lógico, dado el panorama, no quieren contarnos de qué va el futuro que tienen previsto
para nosotros, y utilizan un lenguaje confuso para ocultarlo, disfrazarlo, en
definitiva, para mentir acerca de él. Sin embargo, gracias al subconsciente de
naturaleza traicionera que tienen algunos políticos, podemos lograr hacernos
una idea del futuro previsible que nos preparan.
Este es el caso de Ana Botella, la Alcaldesa de Madrid, a
quien hace unos días se le escapó la siguiente frase: “Los madrileños se han
acostumbrado a un nivel demasiado alto de limpieza” (ABC, 27 de octubre de
2013). El contexto en que fue pronunciada esta frase fue la víspera de una
huelga indefinida de los trabajadores encargados de la limpieza de la ciudad,
en protesta por los graves recortes de presupuesto en esta partida de gasto del
Ayuntamiento, que amenaza con acabar con 1.400 puestos de trabajo de los 6.000
actualmente empleados en estas tareas, además de otras mermas en las condiciones
laborales de aquellos que se salven del despido, incluyendo reducciones
salariales.
Reparemos en la frase:
“Los madrileños se han acostumbrado a
un nivel demasiado alto de limpieza”.
Obviamente, ella considera que los
madrileños disfrutamos de una ciudad muy limpia, demasiado. Quizá si se paseara
de vez en cuando por ciertos barrios periféricos cambiaría de opinión, o no,
que esta gente es de ideas fijas. Pero lo importante no es lo cierta o no que
sea la frase en este caso, sino que refleja algo inquietante, algo que nunca
nos diría un político que espere renovar su cargo por medio de unas elecciones
(limpias, claro está). Refleja una intención, o más bien una determinación, o
posiblemente una decisión ya tomada: la decisión de que a partir de ahora, la
ciudad no va a estar tan limpia como estábamos acostumbrados.
¿Se atrevería la Sra Botella a decirnos eso directamente? ¿Nos diría que si
gana en las próximas elecciones la ciudad estará más sucia que antes? No,
claro. Eso sería poco inteligente, incluso para alguien con tan poca experiencia
en elecciones como la actual alcaldesa, quien, recordemos, es la única persona
que ejerce como alcalde en una capital europea sin haber sido elegida directamente
en unas elecciones (llegó a la alcaldía en sustitución de su predecesor, Ruiz
Gallardón, cuando éste fue nombrado ministro de justicia). De hecho, dentro de poco (las elecciones municipales
están previstas para dentro de un año y medio) nos dirá justamente lo
contrario: ¡con ella como alcaldesa la ciudad lucirá limpia y esplendorosa
como ninguna!
No nos engañan, convivimos con la mentira, la toleramos.
Este es nuestro problema, y en justo castigo tenemos unos políticos a la altura
de esa tolerancia, lo cual es intolerable. Es para hacérselo mirar.
Estad atentos a las declaraciones de los políticos en el
poder, sea ayuntamientos, comunidades autónomas o administración del Estado,
porque todos ellos están en la misma tesitura que la Sra Botella: todos tienen
presupuestos menguados para sus obligaciones, mermas impuestas por la troika
para nuestro país, para pagar a banqueros que desencadenaron toda esta
situación por su mala gestión, no lo olvidemos. Todos los políticos en el poder
van a tener que decir:
“Los ________ (en este hueco poner españoles, valencianos, gallegos, andaluces, riojanos, o lo que sea según el caso) se habían acostumbrado a un nivel muy alto de __________ (en este hueco poner sanidad, educación, investigación, cultura, alimentación, servicios sociales, limpieza, salubridad, higiene, seguridad nuclear, deporte, confort, calefacción, protección civil, calidad medioambiental, etc)”.
En realidad esta frase lo que reflejará inconscientemente es lo que verdaderamente albergan en su interior, su verdadera intención, que es lo siguiente:
“A partir de ahora los ____________(españoles, etc) van a carecer de los niveles de _______________ (sanidad, educación, etc) a los que estaban acostumbrados”.
“Los ________ (en este hueco poner españoles, valencianos, gallegos, andaluces, riojanos, o lo que sea según el caso) se habían acostumbrado a un nivel muy alto de __________ (en este hueco poner sanidad, educación, investigación, cultura, alimentación, servicios sociales, limpieza, salubridad, higiene, seguridad nuclear, deporte, confort, calefacción, protección civil, calidad medioambiental, etc)”.
En realidad esta frase lo que reflejará inconscientemente es lo que verdaderamente albergan en su interior, su verdadera intención, que es lo siguiente:
“A partir de ahora los ____________(españoles, etc) van a carecer de los niveles de _______________ (sanidad, educación, etc) a los que estaban acostumbrados”.
Estas mermas, esta reducción de nuestro nivel de vida, de
nuestro bienestar, esta pérdida de recursos públicos, tiene un causante: los
banqueros, y algunos culpables: los organismos encargados de supervisarlos, que
fallaron estrepitosamente en su misión. Ellos, los culpables, no van a pagar su
culpa, van a salir impunes. Por el contrario, los ciudadanos inocentes no solo
vamos a pagar el pato, sino que lo vamos a pagar con intereses, durante
décadas, en descenso de nuestros servicios públicos, la limpieza, la sanidad,
la educación, los cuidados a las personas dependientes, la seguridad pública
(por ejemplo, recortan en bomberos, en protección civil, en medidas
anti-incendios, en paliar catástrofes naturales, etc ,etc). Creo que no hemos
comprendido aún la magnitud de lo que hemos perdido ya. Décadas de progreso
echadas por la borda, por no hablar de los derechos sociales, laborales, las
pensiones...
Ellos harán lo posible para distraernos y hacernos olvidar todo esto, y quienes son los verdaderos culpables. Os señalarán a vosotros como culpables por "vivir por encima de vuestras posibilidades". Retorcerán los argumentos con "crecimientos negativos", "evolución positiva de los salarios", "desaceleración de la destrucción de empleo", "redistribución de asignaciones a becarios", "reorganización del sistema de pensiones" y otras innovaciones neoligüísticas. Tenéis que recordarlo todo cuando algunos de estos mismos políticos que estaban en
el poder “mirando para otro lado” mientras los bancos hacían lo que querían (a menudo en connivencia con ellos), os
digan: “Vótame”. Os lo dirán pronto.
¡Salud y megapraxis!
¡Salud y megapraxis!
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