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¿Que es Megapraxis? El mundo cambia, y el cambio constante es una de las ideas que conciernen a la Megapraxis, (Heráclito: "Todo fluye"). Otra es su universalidad: es global; hay que analizar todo, explicar todo; no nos conformamos con las partes. La realidad siempre es compleja y la complejidad también es megapráctica. Pero no todo va a ser análisis. Debe haber praxis ¿no? Pues eso, propuestas de acción práctica, que es lo que modifica la realidad. En resumen, conocer mejor la realidad para proponer acciones que la transformen, que la hagan progresar, que sumen “cuantos de progreso”. Pasito a pasito. Es muy simple. Pero no es fácil.

domingo, 19 de junio de 2011

El coma

-¡Ha abierto los ojos! ¿No es increíble? ¡Nos está mirando!
Juan había sufrido un accidente hacía 10 años, en 2011. Desde entonces había estado inmóvil, como un vegetal, postrado en cama. A decir de los médicos, las posibilidades de salir de ese estado eran mínimas, pero es cierto que nunca lo descartaron. Juan despertó de un largo sueño una mañana de verano en la que le acompañaba Lucía, su mujer y Fernando, su hijo. Fue ella la que vio cómo abría los ojos.
-         ¿Puedes hablar, Juan? ¿Sabes quien soy?
-         Si, Lucía.
Ambos sonrieron. 10 años son 10 años, pero Lucía “lucía” bien aún, y Juan no dudó en reconocer a su compañera al primer vistazo. Sus funciones visuales parecían estar perfectamente, y en cuanto a la memoria, al menos se acordaba del rostro de Lucía, lo cual era muy buena señal.
-         ¿Te acuerdas de mi? dijo Fernando.
-         ¿Fernando? ¡Hijo!
Después de un buen rato de besos y lagrimones corriendo por las mejillas de los tres, y mientras venía el médico al que habían avisado para que reconociera a Juan, éste quiso saber donde estaba. En efecto, estaba en una cama, en pequeña estancia que no parecía un hospital, y en la que había una serie de aparatos y cámaras.
-         Te están estudiando, Juan -dijo Lucía-.
-         ¿Qué? ¿por que?
-         Pues porque si no hace tiempo que estarías muerto.
-         ¿Y eso?
-         Verás, has estado en coma 10 años. Mientras han ocurrido muchas cosas, y claro, tú no te has podido enterar.
-         ¿Qué cosas?
-         Por ejemplo, hace unos años que la seguridad social fue privatizada. Ahora, tienes que pagar los cuidados médicos y son muy caros. Solo unos pocos pueden permitírselo.
-         Pues no lo entiendo ¿Cómo habéis podido entonces pagar mis cuidados durante este tiempo?
-         Fue una suerte. Te pudimos meter en un estudio científico y gracias a ello tus cuidados fueron gratuitos. A cambio tuvimos que firmar unos papeles…consentimiento informado y no se qué gaitas. El caso es que te mantendrían con vida y no nos costaría nada. Siempre hubo esperanza en que despertaras, y aquí estás. Tenemos que agradecerles mucho a los del proyecto científico.
-         ¿Y en 10 años que he estado en coma ha quebrado la seguridad social? –Preguntó Juan-.
-         No, no es que haya quebrado. Simplemente privatizaron todos los servicios sanitarios, poco después de lo de tu accidente, hace 8 años. Fue entonces cuando nos comentaron lo del estudio.
-         ¿Y las pensiones? ¿no eran parte de la seguridad social? –Preguntó Juan, bastante preocupado-.
-         Pobre Juan –dijo Lucía-. Me temo que te esperan unas cuantas sorpresas esta mañana.
-         Las pensiones son cosa del pasado –dijo Fernando-. Desaparecieron al mismo tiempo que la seguridad social. Ahora hay seguros privados.
-         ¿Y los derechos adquiridos durante años?
-         Hubo un “decreto de amnesia de cotizaciones” por el que los derechos pasivos fueron abolidos.
-         ¿Y nadie dijo nada?
Lucía y Fernando se miraron con tristeza. Lucía respondió al fin:
-         Mucha gente intentó parar aquel decreto protestando en la calle.
-         ¿Y que pasó? –dijo Juan- ¿fueron reprimidos? ¿encarcelados?
-         Simplemente ignorados –respondió Fernando-. Las protestas no salieron en los medios de comunicación y la gente ni se enteró. Nosotros nos enteramos porque tu amigo José Luís, estuvo metido en algo, hasta que …bueno, nada.
-         ¿Hasta que qué? –preguntó Juan con preocupación-.
Lucía y su hijo se miraron y asintieron con la cabeza. Lucía continuó, en voz muy baja, y mirando de reojo a la cámara para confirmar que no estaba encendida en ese momento.
-         Hasta que fue “reconducido”
-         ¿Reconducido?- pregunto otra vez Juan-.
-         Si, todos los involucrados de una u otra manera en aquella protesta fueron reconducidos. No sabemos que les pasó, pero nunca volvieron a protestar. Esto acabó con las protestas.
Juan miró a Lucía con incredulidad. Continuó preguntando:
-         ¿Y qué otras “noticias” tengo que saber?
-         Pues que Fernando no ha podido entrar en la Universidad.
-         ¿Y eso?¿no aprobó la selectividad?
-         No ¡ja, ja., ja! –rió con ganas Fernando- Es que la universidad ahora es privada y un curso cuesta más de lo que es capaz de ahorrar una familia media 20 años. O sea, para poder hacer una carrera universitaria ahora hay que ser muy rico.
Juan se quedó mudo. ¿En tan poco tiempo habían perdido las pensiones, la sanidad pública y la educación universitaria?¿qué le quedaba por oir?
-         Mejor no pregunto si nadie hizo nada tampoco para evitarlo…
Fernando miro a su madre, y su madre miró a la cámara, que se había encendido. Juan decidió cambiar de tema.
-         ¿Cómo están los abuelos?
La cara de Lucía ahora se puso roja, entre vergüenza e ira.
-         ¿Qué ha pasado? ¿Han muerto? Vaya, es cierto que ha pasado mucho tiempo y que ya eran mayores.
Fernando terció:
-         Fueron obligados a suicidarse.
-         ¿Qué? –replicó indignado Juan-.
-         Pues sí –prosiguió Fernando-. Hace 5 años se promulgó el “decreto de solidaridad de la tercera edad”, en el que se estableció que, como ya no había pensiones públicas, aquellos que no tuvieran medios para subsistir ni hubieran contratado una pensión privada, debían suicidarse al llegar a los 65 años para no causar más gastos inútiles. Si no lo hacían, al parecer ponían en peligro el estado del bienestar de los excelentes.
-         ¿Qué? ¿estado del bienestar de quien? ¿que clase de bienestar es ese? –dijo indignado Juan-.
-         Bienestar de los excelentes. Solo las personas excelentes de esta sociedad tienen servicios de calidad. Ellos –los excelentes- dicen que se lo han merecido, que son más listos que los demás. Por eso tienen los puestos mejor pagados, los de mayor responsabilidad, los de más poder…
-         ¿Pero que clase de sistema es ese?¿Nadie se ha rebelado?
Fernando y Lucía se miraron otra vez en silencio.
-         Está bien, no me contestéis. Pero decidme ¿y los servicios esenciales? No sé, la policía, los bomberos, los funcionarios que vigilaban la salubridad de los alimentos, los que vigilaban que las empresas no contaminaran, los que controlaban la seguridad nuclear…?
-         Los funcionarios fueron suprimidos hace 6 años por el “decreto de externalización para una gestión eficaz”. Fueron sustituidos por empresas, que hay que pagar o bien individualmente o por sociedades interpuestas. Los servicios de estas empresas dejan mucho que desear. No son ni más eficaces ni mejores que antes. Es más, en muchos casos son peores.
Fernando añadió:
-         Los presidentes, directores generales, y altos cargos de estas empresas son algunos de los “excelentes”. Son universitarios, pero como para pagar la universidad hay que ser rico, todos son de familias ricas. Como puedes suponer, la riqueza material lleva a la excelencia y viceversa, y además se hereda. Los excelentes solo se relacionan y emparientan entre ellos. Dicen que los genes excelentes deben permanecer puros y no hay que mezclarlos. Se han hecho leyes para impedir bodas mixtas. Hay leyes muy duras contra aquellas personas comunes que causen daños a los excelentes, pero a la inversa, los excelentes apenas son castigados si causan daño a una persona común. Tienen sus propios tribunales de justicia, solo para excelentes, e incluso cárceles para excelentes, que ya te puedes imaginar cómo se parecen a hoteles de lujo. También hay una “ley de inmunidad de los excelentes”, por la que si cometen un delito se les perdona si esto no causa daño a otros excelentes.
-         Pero esto es…un asco de sistema. ¿En solo 10 años hemos llegado a eso? –dijo Juan, muy alterado-.
-         Pues sí, Juan –dijo Lucía-. La mayoría de la gente estaba tan preocupada por lo suyo que no tuvo tiempo ni de reaccionar cuando ya había ocurrido todo.
-         Y eso –dijo Fernando- sin contar las últimas privatizaciones: el año pasado privatizaron el aire que respiramos: ahora pagamos a una empresa privada porque ésta garantiza que el aire esté “limpio” (de hecho está más contaminado que nunca, pero eso es igual). Y por el agua pagamos a otra empresa un precio astronómico, porque la poca que va quedando en los embalses (que antes eran públicos) sirve para regar campos de golf de excelentes, los cuales no tienen ningún reparo en malgastarla, porque como ellos dicen “podemos pagarla”.
-         También se ha privatizado la sombra en verano –añadió Lucía-. En las calles se han habilitado zonas de sombra y si quieres utilizarlas para protegerte del sol debes pagar.
En este momento entró el médico al que habían avisado para que reconociera a Juan.
El médico formaba parte del equipo científico que estaba estudiando a Juan. Cuando acabó el reconocimiento dijo:
-         Me temo que ya no podemos seguir haciéndonos cargo de usted, Juan. Solo nos servía para nuestro estudio un individuo en coma, y usted ya ha salido de ese estado. Por lo tanto, ya no nos sirve. Según el protocolo firmado por su familia antes de incorporarle a usted a este estudio, que recordará su mujer aquí presente, si salía del coma antes de terminar el mismo, como es este caso, los gastos originados por sus cuidados médicos serán sufragados por su familia. ¿me entiende, Juan? ¿Juan? ¿Está usted bien?
En ese momento, Juan no parecía atender a nadie. Sus ojos se habían cerrado. Un aparato que había en la sala empezó a emitir un pitido continuo: “Biiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip". El médico cogió la mano derecha de Juan para tomarle el pulso. Miró a Lucía a los ojos y dijo:

jueves, 2 de junio de 2011

Los límites del conocimiento científico (I)



En nuestros días se acepta de un modo generalizado que la base del progreso de la Humanidad reside en el avance del conocimiento científico. Por eso, reconocer que éste tiene límites produce cierta inquietud. ¿Existen limites al conocimiento científico? ¿Hay preguntas que la ciencia no puede responder? Vamos a explorar un poco este campo. 

Para empezar, la ciencia excluye cuestiones metafísicas como ¿existe Dios? Estas cuestiones no pertenecen al ámbito científico, que es el de la razón. El dominio de lo sagrado es lo irracional, lo milagroso, lo intangible... Por tanto, excluimos ya lo irracional de nuestro campo. Centrémonos en lo racional, que es lo que nuestra razón puede abarcar. Dentro de lo racional encontramos sin duda cuestiones que hoy día parecen fuera del alcance de la ciencia, pero cuya respuesta sin embargo es previsible que sea accesible a ésta. Quizá hoy no podamos responder si existe vida fuera de la Tierra, pero no nos cabe ninguna duda de que la ciencia puede arrojar luz sobre esta cuestión, y posiblemente desvelarla por completo algún día. Nos preguntamos por algo más profundo: dentro del ámbito de la ciencia, ¿hay preguntas que el ser humano no puede –ni podrá– responder?
La cuestión de los límites del conocimiento no es nueva. Por no ir muy lejos, a principios del siglo XX, Bertrand Russell halló una contradicción esencial que hizo temblar los fundamentos de las matemáticas. Ahondando más en la herida, Kurt Gödel, en 1931, demostró que en cualquier sistema matemático ó lógico, hay proposiciones que, aún teniendo sentido, no se pueden probar ni rechazar. Son sencillamente “indecidibles”. Paúl Cohen elaboró incluso un “catálogo” de cuestiones indecidibles en matemáticas. ¿Responden estos enunciados a la pregunta formulada arriba? ¿Son estos enunciados “preguntas científicas”? Pues bien, las matemáticas son una herramienta fundamental para la ciencia, pero ni su objeto de estudio ni su método son los mismos que los de la ciencia experimental. Mientras ésta se ocupa de comprender la Naturaleza, a través del método científico, basado en la observación y la experimentación, las matemáticas se ocupan de las leyes que rigen en el mundo de los números, probadas mediante demostraciones irrefutables, a través de una secuencia de pasos gobernada por la lógica. Así pues, la pregunta que buscamos no está entre estos enunciados “indecidibles”.
¿Descartamos también el límite que supone el principio de incertidumbre de Heisenberg (1)? De la aplicación de este principio podrían surgir un sinfín de preguntas sin respuesta, del tipo: ¿cual es la posición y la cantidad de movimiento exactas de un determinado electrón en el átomo X? Pero desde su formulación, en 1927, esta limitación no parece haber obstaculizado la marcha de la física de partículas, acostumbrada ya al cálculo de probabilidades para resolver sus problemas.
Sin embargo, hay un problema científico de primera magnitud sobre el cual se cierne una seria objeción lógica, objeción que, en último término, impediría su resolución. El problema es la comprensión del cerebro: ¿podemos los seres humanos comprender el funcionamiento de nuestro cerebro? O de otra manera: ¿puede el cerebro humano comprenderse a sí mismo? El cerebro es un órgano singular en muchos aspectos. Según.Rita Levi-Montalcini, neurobióloga y primera mujer galardonada con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología (1986), “el cerebro es un órgano mucho más complejo que cualquier otra estructura orgánica”(2). Desentrañar los secretos de su tremenda complejidad ha sido desde siempre un reto para la ciencia, y aún hoy constituye uno de los temas más representativos de lo que se ha dado en llamar “ciencia de frontera”. El estudio del cerebro ha fascinado a grandes científicos, desde Ramón y Cajal hasta la citada Rita Levi-Montalcini o David H. Hubel, por citar solo algunos de los nombres más relevantes de entre los galardonados con los diez Premios Nobel otorgados hasta ahora a investigaciones sobre neurobiología. Como puede imaginarse, el estudio del cerebro y el sistema nervioso es un área de investigación tremendamente activa. Fruto de este interés se han producido grandes avances en el conocimiento del cerebro y su funcionamiento. Sin embargo, hay que destacar que estos avances han tenido lugar principalmente en relación las actividades “básicas” del cerebro, las relacionadas con la locomoción, la percepción, etc., y que cuanto más evolucionadas (más “humanas” podríamos decir) sean estas actividades cerebrales, más difícil es avanzar en su conocimiento.
¿En qué consiste la objeción lógica mencionada anteriormente? ¿Por qué el cerebro no puede ser comprendido por el cerebro? Citando a Monod: “El lógico podría advertir al biólogo que sus esfuerzos para ‘comprender’ el entero funcionamiento del cerebro están condenados al fracaso porque ningún sistema lógico sabe describir integralmente su propia estructura”(3). El neurobiólogo David H. Hubel, discutiendo sobre este tema, lo explica muy gráficamente: “Nadie puede levantarse en el aire tirando de los cordones de sus zapatos”(4). Pero ni Monod ni Hubel se resignan a aceptar esta limitación lógica. Ambos argumentan que estando aún lejos de comprender el cerebro en su totalidad, queda mucho espacio para avanzar, y se han producido enormes avances en el conocimiento del cerebro. En definitiva, lo anterior no invalida al cerebro como objeto de estudio.
Habiendo leído lo anterior, un niño de 9 años se preguntó: ¿Y muchos cerebros? Esto realmente sitúa el problema en sus justos términos: ¿podrán los cerebros de muchos seres humanos, investigando coordinada y eficazmente durante generaciones, finalmente comprender el funcionamiento del cerebro humano?


(1) Según este principio físico,  al determinar simultáneamente ciertos pares de variables físicas, como son, por ejemplo, la posición y el momento lineal de un objeto, cuanta mayor exactitud se obtenga al medir una de ellas, menor será la precisión al medir la otra variable. Este efecto es particularmente notable a escala atómica (cuántica), e introduce un conocimiento de la física basado en probabilidades.
(2) R. Levi-Montalcini. NGF: Hacia una nueva frontera en la neurobiología. Alianza Ed. Madrid. 1993.
(3) J. Monod: El azar y la necesidad 3ª ed.. Tusquets, Barcelona. 1985.
(4) D.H. Hubel. El cerebro.3ª ed.. Libros de Investigación y Ciencia. Labor, Barcelona. 1980.