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¿Que es Megapraxis? El mundo cambia, y el cambio constante es una de las ideas que conciernen a la Megapraxis, (Heráclito: "Todo fluye"). Otra es su universalidad: es global; hay que analizar todo, explicar todo; no nos conformamos con las partes. La realidad siempre es compleja y la complejidad también es megapráctica. Pero no todo va a ser análisis. Debe haber praxis ¿no? Pues eso, propuestas de acción práctica, que es lo que modifica la realidad. En resumen, conocer mejor la realidad para proponer acciones que la transformen, que la hagan progresar, que sumen “cuantos de progreso”. Pasito a pasito. Es muy simple. Pero no es fácil.

lunes, 28 de mayo de 2012

El juez

Ya llevamos un tiempo sin publicar cuentos de la serie 15M que inauguramos como sin querer hace poco más de un año, y va tocando ya. Antes de empezar recordaremos las palabras de Max Estrella: "El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada". Nunca fue más cierto, ni España estuvo más cerca de la imagen deformada de los espejos cóncavos del Callejón del Gato. Ahí va ese cuento...

El juez
Fue durante una asamblea de barrio cuando, en plena megapraxis, hablando de la correcta administración de los bienes públicos, escuché contar a un anciano la siguiente historia:

"En un país muy, muuuy lejano, hace mucho, muuucho tiempo, había un juez muy, muuuy importante, el jefe de los jueces de aquel reino. Aquel juez era muy muuuy religioso, lo cual no era muy extraño dado que aquel país (cuya Constitución aseguraba que era laico) estaba dominado por la religión, en concreto por una congregación religiosa, y solo si pertenecías a esa congregación podías ser jefe de algo, de los jueces, de los médicos, de los empleados de Correos, de lo que fuera. Ello se explicaba porque, aunque en la Constitución de aquél lejano país se establecía la separación de poderes legislativo, ejecutivo y judicial, ello era una fórmula meramente decorativa sin efecto, pues en la realidad los tres poderes estaban tan imbricados que a los ciudadanos les costaba tanto trabajo distinguirlos como distinguir los nombres de los que los ostentaban. Corrientemente se reunían en una misma familia un juez, un diputado, un alto cargo del gobierno, un prelado y un banquero o magnate, de modo que era harto frecuente encontrarse con los mismos apellidos o combinaciones de ellos en todos los ámbitos del poder. El caso es que por familiaridad, por amistad, y por reciprocidad, los que ostentaban aquellos poderes se favorecían mutuamente todo el tiempo. Los del poder legislativo nombraban a los del ejecutivo y éstos nombraban a los del judicial, los cuales a su vez sobreseían todas las causas en que estaban involucrados los miembros de los dos poderes anteriores en el ejercicio de su mandato, a menudo por hacer uso inadecuado de los fondos del erario público en su propio beneficio y en el de sus amigos y familiares. Esto no solo era frecuente en aquellos que ostentaban los poderes ejecutivo y legislativo, sino también entre los jueces, que se perdonaban entre ellos sus pecadillos con gran indulgencia. Y qué decir de los magnates, banqueros y prelados... En fin, las leyes, benignas con los poderosos, eran sin embargo aplicadas de forma implacable a los gobernados, al pueblo llano, dando lugar a una situación muy muuuy injusta, que indignaba a cualquiera. A cualquiera, claro está, que no perteneciera a las castas del poder. Si aquello no era suficiente, se cambiaban las leyes con tal de permitir que aquella injusta situación prevaleciera. Cuando a los jueces, banqueros, prelados o magnates no les gustaba una ley, simplemente se lo hacían saber a sus amigos y parientes para que la cambiaran. Las reuniones familiares y sociales (cenas, cumpleaños, bodas, comuniones, bautizos, confirmaciones, torneos de golf y cacerías) eran el ámbito idóneo para comunicar la necesidad de cambiar tal o cual ley. A aquel lejano país lo llamaban democracia, pero no lo era. Aquellos gerifaltes creían representar al pueblo, pero la verdad era que no, que no, que no lo representaban. 

El jefe de los jueces de aquel lejano país tenía una obsesión: quería acabar con la prostitución. La sola visión de aquellas lascivas mujeres ofreciéndose medio desnudas le ponía...muuuy enfermo. En los ratos libres que le dejaban sus actividades judiciales (que eran muchos) paseaba por los lugares donde era frecuente observar aquellas hetairas desvergonzadas. "¡Qué ovejas descarriadas!" pensaba. "No sólo se atreven a ofrecerse de aquella guisa en sórdidos prostíbulos, sino, mucho peor...¡en plena calle!"
El caso es que un buen día el juez decidió pasar a la acción, y pensó que lo mejor sería ir personalmente, de incógnito, a retirar putas del mercado carnal. Su objetivo no era retirarlas de la calle, sino lograr su redención total, convenciéndolas de que se arrepintieran de aquella vida pecadora y la abandonaran. El juez no encontró misión más noble ni más abnegada que aquella, y en ello empleó sus mayores esfuerzos desde entonces. Su estrategia consistía en hacerse pasar por cliente. Así conseguía entablar conversación con aquellas pobres pecadoras. Para su misión, seleccionaba a las más lascivas, a las más hundidas en la molicie, precisamente aquellas que más necesitaban una redención. Aquí hay que decir que no tenía mal gusto el juez. El caso es que aquellas grandes pecadoras eran tremendamente exigentes con sus clientes. Para complacerlas y ganarse su confianza, las invitaba a cenar a restaurantes caros y exclusivos locales, las agasajaba con exquisitos regalos, las llevaba de viaje... Aquellas mujeres eran ciertamente insaciables, especialmente cuando comprobaban que el juez estaba dispuesto a gastar importantes sumas con ellas. Cuando creía tener confianza suficiente, el juez se desvelaba como redentor de meretrices y comenzaba a sermonearlas acerca de lo nefasto de su situación como pecadoras, y de la magnanimidad divina cuando se muestra un arrepentimiento sincero. En estas las putas hacían balance, sopesando cuánto más podrían exprimir al panoli del juez, al que terminaban abandonando con frases del tipo "Ahí te quedas con tus sermones, panoli".

Todo aquello era caro hasta para un juez, pero a este no le importaba: aquello era una misión de Dios, y como para este juez todo en la vida era una misión de Dios, incluyendo su trabajo de juez, pues no le costó mucho llegar a la conclusión de que aquellos gastillos que dedicaba a la procelosa misión de retirar prostitutas de lujo de aquella vida pecadora podían ser perfectamente sufragados por el erario público. Al fin y al cabo, estaba haciendo una labor social además de una misión divina, de modo que comenzó a presentar todas aquellas facturas de hoteles, viajes, cenas, regalos, etc como "gastos de viajes, representación y protocolo". Y coló. Unas 20 veces.
A la veintiúna sin embargo apareció un juez traidor, un infiltrado, un enemigo de Dios, que por servidumbres del sistema había entrado de rondón en el Consejo Judicial Superior de aquél lejano país. El juez traidor conoció aquél dispendio de fondos públicos y lo denunció. "¡Qué desfachatez!" "¿Quien se había creído ese pollo? Ni siquiera creía en Dios" (eso lo explicaba todo). "¿De qué familia había salido?" "¿Cómo era posible que entre bodas, comuniones, confirmaciones, bautizos, torneos de golf y cacerías hubiera pasado desapercibido semejante traidor?"
Los demás jueces tranquilizaron a su jefe: "No tienes nada que temer. Es él el que está perdido" "Ese acaba haciéndole compañía a Garçon" (en referencia a otro juez que había osado cuestionar aquel estado de cosas unos meses antes y al que habían inhabilitado los demás jueces, enviándolo muuy muuy lejos de aquel país, ya en si lejano, al exilio). En efecto, en pocos días se archivó la denuncia, se inhabilitó al juez díscolo, que acabó en otro país todavía maaaas lejano. No había indicios de malversación. Curiosamente, la Ley de Control de Gasto Público había sido recientemente modificada para excluir específicamente a las atenciones protocolarias del Consejo Judicial Superior de las correspondientes justificaciones. Por lo demás, a nadie se le ocurrió preguntar qué hacía el jefe de los jueces con aquellas meretrices, en aquellos hoteles, en aquellos restaurantes de lujo. Nadie se preguntó por el por qué de tanto viaje, de tanta cena, de tanto lujo... y que relación guardaba todo aquello con el interés general, para el aquellos jueces trabajaban, y para el que estaban destinados los fondos que empleaba el juez en su cruzada. La clave era la confianza. Los demás jueces confiaban en su jefe. Era de los suyos, un hombre de bien, de buena crianza, como debe ser un juez de los de toda la vida. De misa diaria. De rosario y cilicio, de los que mortificaban su carne. No había duda. Su misión era divina. ¿Quien podía dudarlo?
El buen juez no dio nunca explicaciones de aquello, lo cual era lo normal en aquel país tan lejano en que nadie daba explicaciones de nada. Por lo demás, y dadas las circunstancias favorables, siguió con su vicio, digooo misión: ventidos, ventitrés, venticuatro veces, venticuatro meretrices que lo mandaron a paseo, venticuatro mil Euracos (el Euraco era la moneda de aquel lejano país) del erario público gastados en...redimir putas (sin entrar en la poca eficacia del método empleado por el juez para "redimir putas"). 
Hasta que llegó la veinticinco. Al juez la veinticinco le pilló en un putiferio de postín en pleno carnaval. La máscara que tanto clientes como prostitutas llevaban le daba un toque morboso a todo aquel asunto, pensaba el juez, renegando de aquella fiesta pagana. Puso sus ojos (como no podía ser de otra manera), en la más lasciva de las hetairas allí presentes, quien parecía estar pidiéndole "¡redímeme!", "¡redímeme!" tras aquella máscara. Allá que fue el juez. Motivado, agasajó como nunca a aquella mujer, que mostraba con él una extraña afinidad, difícil de explicar. Decidió llevarla a un hotel de lujo de la ciudad, para hablar con aquella gran pecadora a solas con tranquilidad, a ver si aquella vez tenía más éxito. Le hablaría de la grandeza de María Magdalena, de sus lágrimas de arrepentimiento, del perdón de Cristo. Subieron a la habitación más cara, impresionante, con vistas al mar y ascensor de acceso directo a una playa privada. De la impresión, aquella mujer sufrió (o más bien simuló) un desmayo y cayó en brazos del juez. Aquella situación no hacía sino reafirmarle aún más en lo heroico de su sagrada misión, cuya fase más dura empezaba en ese instante. Con la fortaleza de espíritu que caracterizaba a los miembros de aquella congregación -no digamos si eran, como este juez, numerarios-, venciendo la diabólica tentación que se presentaba ante él en forma de súcubo para seducirle y hacerle caer en el pecado de la carne, creyó llegado el momento de comenzar a persuadir a aquella lasciva  mujer de que dejara de pecar. Cuando iba a extraer del bolsillo de su chaqueta un crucifijo y un hisopo con agua bendita, para rociar por el cuerpo de aquella perdida, ésta, que había simulado el desmayo, sacó del bolso unas esposas y con un movimiento veloz como el rayo esposó al juez a la cama, mientras se quitaba la careta y gritaba: "sal de su cuerpo", "apártate de mí, Satanás". El juez, estupefacto, no podía creer lo que le estaba pasando. Su compañera del Consejo Judicial Superior, la jueza Encarna Poyitos, Encarnita (de los Poyitos de toda la vida), tan numeraria como él en la misma secta -digoo congregación- ultracatólica, , lo había seducido como una vulgar puta, llevándolo a un hotel de lujo y esposándole a la cama. ¿Y a quien estaba telefoneando? ¡Horror! ¡Estaba llamando al Santo Oficio de los Legionarios de los Santos Apóstoles! "Encarna, puedo explicártelo", "¡Encarnaaaaa...!"
El juez no fue denunciado a la policía, sino que fue sometido a la disciplina interna de su congregación, al Santo Oficio. La jueza Encarna Poyitos había sido comisionada por aquél órgano para perseguir cualquier desviación de los miembros de la congregación. El enfermizo interés por las prostitutas del juez había llamado la atención, y hasta el propio Papa había preguntado por el asunto. El juez fue juzgado por ordalía, y además de estar de antemano condenado a vagar eternamente en el infierno, se le "sugirió" abandonar su carrera judicial y el país. Acabó sirviendo mojitos en un paraíso fiscal y carnal, donde, liberado de aquellas ataduras sectarias por fin pudo dar rienda suelta a sus aficiones carnales. Eso sí, tras cada aventura carnal se flagelaba salvajemente, la única costumbre sectaria que nunca pudo abandonar. Encarna sustituyó al juez al frente del Consejo Judicial Superior de aquél país, en el cual las hetairas seguían ejerciendo su antiguo oficio, como siempre".

Cuando el anciano terminó su cuento, explicando que aquello que sucedió en tiempos remotos ya no sucedería más pues afortunadamente hacía muchos, muuuchos años que el mundo había cambiado y dejado atrás la injusticia, varios jóvenes presentes en la Asamblea alzaron la mano para preguntar:
- Anciano compañero ¿qué es una comunión? ¿y un bautizo?
- Anciano compañero ¿qué es un magnate? ¿y un banquero?
- Anciano compañero ¿qué es el catolicismo?
- Anciano compañero ¿qué es una cacería?
- Anciano compañero ¿qué es Correos?
- Anciano compañero ¿qué es un Reino?
- Anciano compañero ¿quien era el Papa?


NOTA AÑADIDA A POSTERIORI (19-6-2012): Habrán adivinado como fuente de inspiracion algún hecho reciente de la actualidad política española. Sin embargo en honor a la verdad hay que decir que el cuento se inspira en varios hechos, uno de los cuales es una noticia que sucedió hace algún tiempo en EE.UU. de un agente del FBI, Robert Hanssen, miembro supernumerario del OPUS DEI, que tenía debilidad por las prostitutas y quiso redimir a unas cuantas, lo cual además de hacerle gastar más dinero de lo prudente, le llevó a poner en serio riesgo la seguridad de su país, por lo que fue detenido y hoy cumple cadena perpetua incondicional en un penal estadounidense. Existe una película sobre este hecho, titulada "Breach" (Brecha), estrenada en 2007.





sábado, 12 de mayo de 2012

Un año de #15M



Se cumple estos días un año desde la explosión espontánea de indignación que llenó las plazas y calles de España de personas dispuestas a decir ¡basta!. Personas de toda edad y condición decían, a quien quisiera escuchar, que no iban a tolerar más corrupción, que no iban a tolerar más abusos de poder, que no iban a tolerar más atropellos, más trato de favor hacia de los poderosos y en contra de la mayoría de los ciudadanos de a pie. En definitiva, que eran los "de abajo" los que no estaban dispuestos a seguir siendo un instrumento de los "de arriba". Las personas que se manifestaron eran heterogéneas no solo en edad y extracción social. Cualquiera que fuera a una manifestación del 15M pudo comprobarlo. También lo eran ideológicamente. "No somos de derechas ni de izquierdas" repetían algunos portavoces, poniendo de manifiesto que en el movimiento lo de menos era el referente clásico izquierda-derecha, y que en las manifestaciones había de todo: había estudiantes indignados porque se estaba jugando con su futuro, parados indignados porque sus perspectivas laborales se estaban yendo a pique, pensionistas indignados porque su pensión a duras penas les daba para vivir, empleados públicos indignados porque se les recortaba el sueldo y empeoraban sus condiciones de trabajo, minorías discriminadas, defensores de diversas causas (pro-derechos de los animales, ecologistas, etc), y un largo etcétera. Puede decirse que todos estos grupos encontraron un lugar, un momento y un motivo para ir juntos y gritar ¡basta! Puede decirse que de alguna manera sintieron que yendo juntos se les haría más caso. Y se juntaron  y gritaron.

Y se les escuchó. En medio mundo aparecieron imágenes suyas. Del "movimiento 15M", como se les empezó a llamar. Y eso fue lo que preocupó a unos políticos, hasta entonces tan felices inaugurando aeropuertos sin aviones y otras cosas por el estilo, que se sintieron aludidos. "Los de abajo nos están queriendo decir algo", pensaban. -"¿Qué podemos hacer?". En principio toleraron, porque les pilló de sorpresa y había unas elecciones, y no era cosa de perder votos actuando a la ligera. Como de costumbre, ignorando a "los de abajo", se tiraban los trastos de unos políticos a otros para intentar no perder votos ellos y procurar que los perdiera el contrario. "Los de arriba" empezaron a preocuparse en serio cuando vieron que las manifestaciones crecían y el eco de las mismas en los medios de comunicación internacionales alcanzaba niveles de fenómeno global, y, sin elecciones en el horizonte, cambiaron de estrategia - "Mándales a los antidisturbios" debió decir alguien. Y se los mandaron. Y los que se manifestaban pacíficamente (una de las características distintivas de los manifestantes era su pacifismo) recibieron palos por todos lados. De repente, los medios de comunicación, al unísono, empezaron a acusar al movimiento de "violento". Mostraban imágenes de violencia callejera, atribuibles en la mayoría de los casos a infiltrados, y en cualquier caso no representativas de lo que ocurría. Empezó la represión, no solo mediante la fuerza policial, sino sobre todo a través de los medios, que arrojaron toda clase de infamias sobre el movimiento, tratando de presentarlo como antisistema, antisocial, radical, etc. Los políticos se emplearon a fondo en ello. Pero el movimiento no cesó. Un año después sigue vivo, reuniendose en asambleas de barrio, elaborando propuestas, impidiendo deshaucios. Gracias al movimiento 15M ha aumentado el conocimiento general de temas que afectan a los de abajo pero que no eran conocidos suficientemente. Los deshaucios, las hipotecas, la dación en pago...Todo ello ha alcanzado la agenda política, y cabe decir que ha sido gracias a las movilizaciones del 15M, y no es el único caso.

Movimientos "hijos del 15M" han sido las movilizaciones por el mantenimiento de los servicios públicos, atacados a muerte por las políticas neoliberales que además de estar hundiéndonos cada vez más, están desmontando el estado, no ya de "bienestar", que en España nunca hemos conocido en la plenitud que ha alcanzado en otros países de Europa, sino de "estar" simplemente, por el cual teníamos unos derechos como ciudadanos que estamos perdiendo: el derecho a la atención sanitaria universal y el derecho a la educación. "Mareas verdes" y de otros colores llenaron de nuevo calles y plazas. Plataformas contra la privatización de servicios esenciales, colectivos luchando por servicios tan básicos como los bomberos (¡los bomberos!)...Todo estaba siendo cuestionado. Todo estaba bajo amenaza de desaparición. ¿la excusa? La crisis económica. Una falta de regulación insólita había conducido a una especulación sin límite que finalmente estalló. Si alguien había hecho mal su trabajo, eran "los de arriba", pero según éstos, los culpables somos nosotros, los de abajo, porque "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". Sería hilarante si no fuera tan escandalosamente injusto. Los que nos han metido en la crisis no solo no van a pagar sus desmanes, que alcanzarán a varias generaciones de españoles desde ahora, sumiendo en la ruina a nuestro país, sino que se permiten el lujo de echarnos la culpa a las víctimas. En España no lograremos avanzar un paso mientras haya un solo poderoso que haya eludido sus responsabilidades ante la justicia. En España el verdadero problema es la impunidad de los poderosos, que jamás han sido condenados en un juicio justo.

Contra este orden de cosas se ha levantado la indignación popular. Un año después de las primeras manifestaciones de cólera, hay más razones que nunca para la indignación. Hace un año despertamos, y desde entonces hemos soñado despiertos con un mundo mejor. No dejemos que los de arriba estropeen nuestros sueños. Somo los dueños de nuestro destino. No tenemos miedo al futuro. Son los de arriba los que tienen miedo. Por eso, un año después hay que volver a llenar las plazas, las calles, y gritar "Ya basta".

Acude a tu marcha:
http://tomalaplaza.net/

¡Salud y megapraxis!

sábado, 5 de mayo de 2012

67º aniversario de la liberación de Mauthausen

Fotografía tomada en el momento de la liberación del campo de concentración de Mauthausen por las tropas Aliadas el 5 de mayo de 1945. En la imagen se puede ver un vehículo de la XI División Blindada del Ejercito de los Estados Unidos entrando en el campo mientras una multitud de prisioneros les reciben como libertadores. Sobre la puerta del campo hay una pancarta donde puede leerse en español y otros idomas "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras". A Mauthausen llegaron 7.000 españoles deportados desde la Francia ocupada por el régimen nazi, adonde se habían refugiado tras la guerra civil. 

La libertad no es propiedad de nadie, sino que es un atributo de la humanidad. Se nace libre. La libertad se puede perder en el transcurso de la vida. También se puede recuperar. Cuando alguien pierde su libertad, todos perdemos algo de libertad. Por eso, cuando alguien lucha por la libertad, lo hace por la de todos. Y como es de bien nacido ser agradecido, a los republicanos españoles que lucharon en la Guerra Civil de 1936, otros pueblos les agradecen que lucharan también por su libertad. Véase la placa de la foto siguiente:
La placa de la imagen se encuentra en un lugar prominente
de uno de los paseos céntricos de Montpellier (Francia), el "Paseo de los REPUBLICANOS ESPAÑOLES (1936-1939)".  El pueblo francés agradece la lucha de los republicanos españoles por la libertad. Abajo, la inscripción puede traducirse asi: "A LOS COMBATIENTES REPUBLICANOS ESPAÑOLES QUE HAN LUCHADO Y ENTREGADO SU VIDA POR LA LIBERTAD EN NUESTROS DOS PAÍSES"
Francia de modo especial agradece la lucha de los republicanos españoles por la libertad. No en vano muchos republicanos españoles contribuyeron de manera especial en la Résistance a la victoria final del pueblo francés frente al ejercito invasor nazi. Igualmente otros pueblos reconocen esa lucha en todos los rincones del mundo con monumentos, placas, inscripciones, nombres de calles, etc. En España, sin embargo, no solo no ocurre esto, sino que muy al contrario, en multitud de lugares, pueblos, ciudades, se levantan monumentos, placas, inscripciones, nombres de calles, etc, que ensalzan al bando rebelde que se alzó contra la II República Española, el bando genocida, el que aplastó la libertad de los españoles durante 40 años, el bando amigo de los nazis de Hitler y  los fascistas de Mussolini. Lo grave es que tras recuperar la libertad y la democracia  tras la muerte del dictador Franco, los españoles no hemos podido o sabido homenajear y reconocer como merecen a los que lucharon por la libertad, sino que, muy al contrario, los monumentos, placas, inscripciones y nombres de calles  (¡incluso nombres de hospitales públicos!) dedicados a generales genocidas siguen en pie, 37 años después. Creo que es un caso único en el mundo y una prueba de que en España, lejos de intentar curar las viejas heridas, se hace lo posible para que sangren permanentemente. Si aún tienen dudas, simplemente miren la foto anterior y reflexionen sobre lo siguiente: ¿a quien se homenajea y a quien se olvida dentro y fuera de España?¿por qué?

Vamos a hablar de unos hechos que en cualquier país normal se contarían en los libros de historia, aparecerían en los libros escolares, se hablaría de ellos en los medios de comunicación, se harían películas y novelas sobre ellos, jalonadas de actos y personajes heroicos, de épica, de sufrimiento, de esas epopeyas que construyen el espíritu de un pueblo. En cualquier país salvo en España si la historia tiene que ver con aquellos luchadores republicanos.

Entre 1940 y 1941 fueron deportados al campo de concentración KZ Mauthausen (y su campo "satélite" Gusen), situado a orillas del Danubio en Austria, cerca de Linz, alrededor de 7.000 republicanos españoles de los que acabada la guerra en 1939 atravesaron la frontera por los Pirineos para refugiarse en Francia, y evitar así la represión implacable que el régimen franquista ejerció con sus enemigos políticos, a quienes calificaba como "los rojos" y ejecutaba sin piedad. En Francia no tuvieron mucha suerte. La Segunda Guerra Mundial estalló inmediatamente y muchos españoles se incorporaron en tareas defensivas con Francia. Cuando el ejército de Hitler invadió el territorio francés, hizo muchos prisioneros, de diversas nacionalidades, que fueron internados en Stalags o campos de prisioneros, entre ellos muchos españoles.. Pero los nazis no trataban igual a los prisioneros de distintas nacionalidades, y el caso de los españoles era particular, porque,en cierto sentido, no eran prisioneros convencionales. Eran refugiados en otro país, y, además, eran "enemigos ideológicos" del nacionalsocialismo (los denominaban "rotspanier" o rojos españoles). Los nazis preguntaron al gobierno de Franco si querían hacerse cargo de estos prisioneros, a lo que el entonces Ministro de Exteriores, Serrano Suñer, contestó que hicieran lo que quisieran con ellos, pues no eran españoles. Ello llevó a los nazis a considerar a los "rotspanier" como "apátridas". A los apátridas no se les trataba como prisioneros de guerra. Se consideraban dentro de la "Categoría III", es decir, irrecuperables para la vida en sociedad,  y se les deportaba a campos de concentración. La suerte de los prisioneros españoles estaba echada, y la responsabilidad histórica de su destino es compartida por el régimen nazi y el franquista.
Triangulo azul con la "S" inscrita, es el distintivo que llevaban los deportados españoles en Mauthausen en la ropa. El triangulo azul significa "inmigtrante" y la S" es por Español" ("Spanier") 


Mauthausen era un campo de concentración para deportados de clase III. En él el objetivo era "el exterminio mediante el trabajo", es decir, que los presos podían permanecer con vida algunos meses, hasta que el agotamiento, la desnutrición y las enfermedades acababan con ellos. De los 7.000 españoles deportados entre 1940 y 1941, solos 2.000 fueron liberados. La mayoría murió entre 1941 y 1942, cuando las condiciones fueron las más penosas para los allí recluidos. Las condiciones empezaron a cambiar a medida que la guerra avanzaba y la necesidad de exterminar enemigos se hacía más acuciante para el régimen nazi. En particular la llegada masiva de prisioneros procedentes del frente ruso hizo que la función del campo derivara hacia el exterminio rápido. El número total de víctimas en el campo de Mauthahusen es incierto, pero se estima que fueron asesinados entre 150.000  y 300.000 seres humanos entre 1938 (en que fue abierto el campo) y 1945 (cuando fue liberado).

Es importante recordar lo que fue Mauthausen. Es particularmente importante recordarlo el dia de la liberación, el 5 de mayo. Ese día celebramos que terminó aquella barbarie. Que el mundo fue mejor después de esa fecha. Que algunos seres humanos recuperaron la libertad, y con ellos todos los demás fuimos más libres desde entonces. Los que fueron liberados se conjuraron para guardar la memoria de aquel horror y transmitirla. Su consigna fue "Perdonamos, pero no olvidaremos".

Algunos enlaces para que la memoria de los republicanos españoles deportados en Mauthausen perdure:

Memoria sobre Mauthausen (en ingles) con impresionantes documentos gráficos de la época:
http://www.zchor.org/mauthausen/mauthausen.htm

Implicación del franquismo en las deportaciones y más "amistades peligrosas"
http://www.memoriacatalunya.org/articles/art50.htm

Cuatro documentales sobre Mauthausen en español:
http://www.rebeldemule.org/foro/especiales/tema304.html

Un documental emitido en La2 de RTVE ayer 4 de mayo:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/mauthausen/1349847/


Finalmente, muchos españoles somos descendientes de aquellos infortunados héroes injustamente olvidados en su propio país. Sabemos del sufrimiento de las familias que perdieron a algún ser querido en Mauthausen. De las viudas, los hijos desamparados. Hemos de decir que nosotros tampoco hemos olvidado, y que haremos lo posible para que su memoria perdure en las futuras generaciones. Sabemos que eso es lo que hay que hacer para que aquel horror que ellos sufrieron no se vuelva a repetir, porque aquel pueblo que olvida su propia historia está condenado a repetirla.

En memoria de aquellos republicanos españoles que lucharon y murieron por la libertad .

España, a 5 de mayo de 2012.









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