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¿Que es Megapraxis? El mundo cambia, y el cambio constante es una de las ideas que conciernen a la Megapraxis, (Heráclito: "Todo fluye"). Otra es su universalidad: es global; hay que analizar todo, explicar todo; no nos conformamos con las partes. La realidad siempre es compleja y la complejidad también es megapráctica. Pero no todo va a ser análisis. Debe haber praxis ¿no? Pues eso, propuestas de acción práctica, que es lo que modifica la realidad. En resumen, conocer mejor la realidad para proponer acciones que la transformen, que la hagan progresar, que sumen “cuantos de progreso”. Pasito a pasito. Es muy simple. Pero no es fácil.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El sacrificio (fábula neolítica sobre las crisis y cómo afrontarlas)

Aunque se trataba de un rito muy extendido, Tridia no se fiaba, y no era la única. Los druidas y caciques de su tribu, al igual que los de las demás tribus de la comarca, sostenían que el ritual mantendría a raya a los malos espíritus, esas malas influencias que eran la causa inequívoca de la penosa situación en la que se encontraban. El ritual consistía en sacrificar una cabra en el altar de la aldea. La sangre del animal, untada con grasa en la frente y el pecho de los miembros de la tribu, les protegería del mal. Desde hacía tiempo la desgracia se había ensañado con los pueblos de la comarca. Graves sequías habían provocado malas cosechas; las plagas se cebaban con el ganado; la escasez de comida condenaba al hambre a aquellas gentes que habían conocido la abundancia en épocas no tan lejanas. Otros pueblos de la comarca llevaban más tiempo que ellos sacrificado cabras, lo cual, según los druidas, había evitado males mayores. De hecho, sostenían que cuanto mayor era el sacrificio, más protegidos quedaban. Según ellos, la magnitud del sacrificio tenía que ser pareja a la magnitud de la desgracia que se pretendía evitar. Se decía que en algunos pueblos cuya situación era especialmente grave se había empezado a sacrificar niños con el fin de alejar la desgracia.  Sin embargo, algunos pensaban que esto ocurría porque no quedaban cabras que sacrificar.
Tridia no se fiaba, y no era la única. Ella, al igual que otros habitantes del pueblo, no encontraba satisfactoria la explicación que les daban los druidas y los caciques, sobre las causas de aquella penosa sucesión de desgracias que les afectaba tan severamente  Las dudas acechaban ¿que habían hecho para provocar la ira de los espíritus? ¿por qué les castigaban tan severamente? ¿de qué modo sacrificar animales y untarse con su sangre iba a protegerles del mal? Tridia comenzó a atisbar una explicación alternativa: la sequía había provocado malas cosechas, y ello debilitó al ganado, que empezó a caer enfermo; todo ello redujo la comida disponible y extendió el hambre y la enfermedad en los habitantes de la comarca. La solución adoptada era contraproducente: sacrificando cabras u otros animales no solo no iban a evitar sus problemas sino que los iban a agravar, pues la comida iba a escasear aún más. Es más, la unción de sangre de animales enfermos, como la mayoría de los que se sacrificaban, parecía tener relación con aquella plaga de enfermedad febril que había empezado a afectar a muchos de los habitantes de la comarca coincidiendo con el auge de los sacrificios. Y todo eso por no hablar de los sacrificios de niños, verdadero suicidio colectivo para estos pueblos que estaban de esta manera comprometiendo su supervivencia.
El día señalado para el sacrificio, los druidas mandaron traer una cabra. Eligieron una cabra sana y hermosa.  La llevaron al altar, donde procedieron con el ritual. Los habitantes del pueblo, hambrientos, enfermos, cansados, desanimados, asistieron impávidos al desangrado de la cabra. Tridia no aguantó más. Gritó: ¡vamos a comernos la cabra! Otros gritaron: ¡repartámosla entre todos! ¡las mejores raciones para los enfermos y los niños! Los druidas no podían creerlo. El consumo de la carne de la cabra sagrada traería un sinfín de desgracias al pueblo y así lo advirtieron a quien quiso escucharles, pero la mayoría del pueblo se abalanzó sobre la cabra, comenzando a despiezarla y a repartir los despojos. Los caciques advirtieron que si no se efectuaba el ritual tal y como lo hacían en otros pueblos, nunca cesarían de ocurrir desgracias. Pero ninguna de estas advertencias desanimó a aquellos seres hambrientos, que dieron buena cuenta de aquella hermosa cabra.
Con el estómago lleno, aquellas gentes emprendieron sus labores con más empeño que hasta entonces, pues el hambre y la enfermedad son malos compañeros del trabajo productivo. Araron los campos, sembraron, construyeron corrales para separar a los animales sanos, cuidaron de sus familiares enfermos con más fuerza...y la lluvia, que, aunque a veces tarda en aparecer, al final siempre llega, cumplió su eterno papel en el ciclo de la vida. Volvió la abundancia a la tribu. Los druidas y caciques revisaron sus teorías, y Tridia fue recordada como la que cambió la forma antigua de pensar por otra mucho más interesante y poderosa. Se llamó razonar.



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