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¿Que es Megapraxis? El mundo cambia, y el cambio constante es una de las ideas que conciernen a la Megapraxis, (Heráclito: "Todo fluye"). Otra es su universalidad: es global; hay que analizar todo, explicar todo; no nos conformamos con las partes. La realidad siempre es compleja y la complejidad también es megapráctica. Pero no todo va a ser análisis. Debe haber praxis ¿no? Pues eso, propuestas de acción práctica, que es lo que modifica la realidad. En resumen, conocer mejor la realidad para proponer acciones que la transformen, que la hagan progresar, que sumen “cuantos de progreso”. Pasito a pasito. Es muy simple. Pero no es fácil.

domingo, 14 de agosto de 2011

Entropía social (y 2)


Vimos en la entrada anterior (Entropia-social (1)) cómo la entropía, o "desorden" del sistema aumenta a medida que los sistemas transforman la energía y se acercan al equilibrio. Como ley física que es, ese aumento es intrínseco e inevitable, además de universal. A continuación veremos el significado de este concepto en las actividades humanas, y en particular, su sentido en las dinámicas sociales.
Ya vimos que los seres vivos hacen un "uso" particular del segundo principio: sus organismos altamente organizados, a través de un aporte constante de energía consiguen mantenerse lejos del equilibrio. Intercambian también materia con el medio, metabolizándola para producir energía y mantener el elevado nivel de organización de sus estructuras. Toda esta actividad genera productos de deshecho (de bajo o nulo contenido energético, y bajo nivel de organización) que son expulsados al medio. De este modo, cada organismo vivo para mantenerse: 1) consume mucha energía 2) expulsa al medio materia de bajo contenido energético y baja organización. Dicho de otro modo, los organismos vivos generan una gran cantidad de entropía que absorbe el medio que les sostiene, de modo que la entropía global (ser vivo + medio) aumenta. Esto lo podemos comprobar en todos los niveles de organización de la vida, desde los organismos más simples (bacterias) hasta los más complejos (plantas y animales superiores). De hecho, a otro nivel, la evolución de la vida ha ido ganando en complejidad, lo cual no deja de ser paradójico en relación con el principio de la ganancia de entropía en los sistemas. Esto se explica de la misma forma: en la medida en que el sistema se aleja del equilibrio, expulsa más entropía al medio, de forma que el balance global siempre es positivo.

Existen organismos con un nivel de organización superior. Son los organismos "sociales". Sus individuos se especializan en labores concretas, lo cual beneficia al conjunto. Los insectos sociales (hormigas, abejas) son buenos ejemplos, pero el comportamiento "social" es un fenómeno muy extendido en el mundo animal.
Los organismos sociales tienen una enorme capacidad para transformar el medio en su provecho. El ser humano representa un caso extremo de organismo social: es el ser vivo social por excelencia, y ha aprendido a transformar el medio en que vive a su conveniencia, algo que hace de una forma extraordinariamente eficaz. Sin embargo, su actividad no escapa de ese principio del aumento de entropía: si quiere mantener sus estructuras altamente organizadas (lejos del equilibrio), tiene que usar mucha energía, y este proceso generará una gran cantidad de entropía que se acumulará en el medio. Miremos a nuestro alrededor. Vivimos en comunidades que a menudo sobrepasan cifras de miles y a veces millones de individuos. La construcción de una sola de nuestras casas requiere un gran gasto energético. Los materiales de que está hecha proceden de materias primas que son transformadas en procesos industriales y transportados a veces desde muy lejos. Mantener sus estructuras, evitando su degradación, conlleva un gran gasto de energía. Ello no es más que la energía que invertimos en mantenerla “lejos del equilibrio” (o del “caos”). Todo ello hay que multiplicarlo por miles, millones de casas. Pero no solo las casas. Pensemos en las obras públicas necesarias para que nuestra sociedad funcione: carreteras, puentes, aeropuertos, etc. Y los medios de transporte, las comunicaciones, el comercio. Pensemos en todas las formas de explotación de la naturaleza que hemos ido desarrollando: la obtención de recursos naturales, la extracción de materias primas del subsuelo, del fondo del mar, combustibles fósiles, minerales, maderas, etc, así como su transformación en procesos industriales que dan lugar a un sinfín de productos de consumo, la pesca, la producción de alimentos, la agricultura y ganadería tecnificadas e industrializadas. Y en el centro de estas actividades, la producción de energía que alimente todos estos procesos. Todo ello para abastecer las necesidades de una población creciente, que se multiplica cada vez más rápido, que aumenta de forma exponencial. Toda esta actividad, todo este consumo de recursos naturales, de energía, todo este incremento en la organización de la materia que nos atañe, que nos “toca”, alejándola del equilibrio, tiene un coste ambiental, una “factura” que nos pasa la naturaleza en forma de aumento de entropía, de desorden, de “caos” en nuestro medio. Los residuos de esta actividad se acumulan en forma de montañas de basura en las afueras de nuestras ciudades; en forma de contaminación que afecta a recursos tan esenciales como el aire, el agua y los alimentos; en forma de “huella” en el paisaje, transformando los bosques, las selvas, las montañas, los ríos, las costas, etc; en forma de calor residual que ha hecho que aumente la temperatura media de la superficie terrestre (ver entrada anterior: "Cambio climatico y deformación asimétrica de la realidad"l y que hará que siga aumentando en el futuro. Todo ello ocurre, de acuerdo con el segundo principio de la termodinámica, como consecuencia necesaria e inevitable de nuestras actividades dirigidas a mantener un orden lejos del equilibrio, consumiendo para ello gran cantidad de energía. Podemos (y es deseable) paliar el agotamiento de los recursos energéticos desarrollando nuevas tecnologías que aprovechen nuevos recursos. Podemos mejorar la eficacia de los sistemas de producción, hacerlos más “ecológicos”, más “verdes”. Podemos mejorar los medios de tratamiento de los residuos, incrementar el reciclado, etc, etc. Ello posiblemente mejore algo la situación a corto plazo, pero a largo plazo no hay que esperar otra cosa de esta forma actual de economía basada en el “desarrollo” que el aumento inexorable de la entropía, en función del consumo de energía y grado de organización que alcancemos. Conviene recordarlo, porque este dilema convierte el concepto de “desarrollo sostenible” en una utopía. El desarrollo, tal y como está concebido en la sociedad actual, es insostenible a largo plazo, porque está limitado por la disponibilidad de los recursos naturales y por el nivel de entropía que la naturaleza, y la humanidad, sean capaces de soportar.

Una vez que hemos visto cómo la entropía es una consecuencia inevitable del desarrollo económico, y uno de sus límites, vamos a llevar un poco más allá el alcance del 2º principio de la termodinámica. Es bien conocida la aplicación del concepto de entropía en la teoría de la información: La información se puede ver como un incremento de orden y un alejamiento del caos o entropía. No es una simple analogía, sino que se trata de magnitudes equivalentes. No queremos profundizar en este tema, solo que sirva de ejemplo para mostrar como el concepto de entropía es aplicable a campos muy diversos. Aquí vamos a explorar su aplicación a las ciencias sociales y económicas. De momento nos aproximaremos por analogía (aunque posiblemente, como en el caso de la teoría de la información, la relación podría ser más estrecha): las sociedades humanas, como entidades altamente organizadas, pueden ser descritas como un sistema lejos del equilibrio. Notablemente, las sociedades humanas, al menos las sociedades avanzadas tal y como las conocemos en nuestra civilización occidental, se organizan en clases o estamentos. Simplificando un poco podemos representar esos estamentos superpuestos en forma de pirámide, con las clases bajas, más numerosas, en la base, y las más acomodadas y poderosas, reduciendo su proporción a medida que ascendemos por la pirámide. Mantenerlas en ese estado requiere una inversión energética, un esfuerzo de la sociedad, continuado en el tiempo. En esta analogía, podemos asimilar “poder” al concepto “energía” en termodinámica. El poder se conserva y transforma en distintas formas, y se aplica fundamentalmente a mantener la sociedad lejos del equilibrio. Podemos considerar cada “aplicación” del poder como una transformación termodinámica de energía, la  cual conlleva necesariamente “pérdidas” que se traducen en un aumento de la entropía del sistema. El balance global sumaría entropía equivalente al grado de orden alcanzado. ¿Y que significa “entropía” en términos sociales? Pues, análogamente al significado termodinámico, significa “pérdida irreversible, intrínseca  e inevitable de energía (poder) del sistema”, o sea, pérdida de la capacidad de transformación de la sociedad, que se va en desorden no aprovechable, que aumenta el “caos” del medio en que vivimos. La “entropía social” sería un no-poder, que se acumularía en los niveles mas bajos de la pirámide social. Cuanto más alta la pirámide, más ancha su base y por ende más “entropía social” se acumularía en los niveles más bajos de “poder”. No es difícil imaginar en qué consisten esas pérdidas sociales. En su funcionamiento normal, una sociedad como la nuestra excluye legiones de personas de la participación en la riqueza colectiva. Desempleo, exclusión social, pobreza, gente en el más absoluto desamparo. Esta es la base de la pirámide que constituye nuestra organización social. Ojo, no podemos aspirar a otra cosa: para que la pirámide se “eleve” debe generarse una amplia base de excluidos sociales. O dicho de otro modo: los de “arriba” se lo deben todo a los de “abajo”, porque sin éstos, aquéllos no existirían. La sociedad actual se esfuerza no solo en excluir a legiones de personas de la riqueza colectiva, sino en expulsarlos físicamente: alejarlos de los centros de riqueza, aislarlos en guetos, impedir su entrada (inmigración), etc.

Como conclusión, del mismo modo que una consecuencia del desarrollo económico es el aumento de entropía en forma de contaminación, calentamiento global y degradación del medio en general, la entropía social en forma de población excluida de la riqueza colectiva surge como consecuencia inseparable de la organización en estamentos sociales cada vez más separados y distantes. Existen tres maneras de enfrentarse a este hecho: 1) aceptarlo y tratar de paliarlo por medio de políticas redistributivas (socialdemocracia); 2) negarlo porque el mercado se regula solo y corrige estas situaciones (liberalismo); 3) cambiar las reglas y mandar la pirámide a freir espárragos (revolución socialista o anarquista, por ejemplo). Como saben, hoy domina la segunda opción (ver entrada anterior:.”liberalismo-asimetrico”). Ustedes eligen.