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¿Que es Megapraxis? El mundo cambia, y el cambio constante es una de las ideas que conciernen a la Megapraxis, (Heráclito: "Todo fluye"). Otra es su universalidad: es global; hay que analizar todo, explicar todo; no nos conformamos con las partes. La realidad siempre es compleja y la complejidad también es megapráctica. Pero no todo va a ser análisis. Debe haber praxis ¿no? Pues eso, propuestas de acción práctica, que es lo que modifica la realidad. En resumen, conocer mejor la realidad para proponer acciones que la transformen, que la hagan progresar, que sumen “cuantos de progreso”. Pasito a pasito. Es muy simple. Pero no es fácil.

domingo, 20 de febrero de 2011

Liberalismo asimetrico

Continuando con la idea expuesta en una entrada anterior de este blog sobre realidad asimétrica y sectarismo en la que, recordemos, proponíamos combatir falsas ideas utilizando datos reales, aquí hablaremos de liberalismo. Más concretamente, intentaremos exponer algunas contradicciones manifiestas entre sus defensores actuales. Recordemos que el liberalismo es una corriente política, filosófica y económica que propugna las libertades civiles y opone la libertad individual frente al poder del Estado que las limita. Lo liberal en lo político proclama que es el individuo el que tiene toda la libertad, y la correspondiente cuota de responsabilidad, en la toma de decisiones. La libertad es una propiedad individual, un derecho que nadie puede arrebatarnos. El liberalismo nació en oposición al antiguo régimen, a los rancios privilegios del clero y la nobleza, arraigando especialmente en el mundo anglosajón, e inspirando la revolución francesa y la independencia de los pueblos americanos. En lo político, los ideales republicanos, la separación de poderes, el laicismo, el constitucionalismo, son ideas que arrancan del liberalismo. Recordemos también que en su origen lo opuesto a liberal era conservador. Muy significativo en la historia de España es la lucha entre lo viejo y lo nuevo que desembocó en diferentes guerras civiles, desde las guerras carlistas hasta la guerra civil de 1936. Todas estas guerras civiles tuvieron en común que los partidarios del antiguo régimen, fueran éstos absolutistas, carlistas, tradicionalistas, etc, se enfrentaron una y otra vez a los liberales, laicos, republicanos, etc, ahondando cada vez más en la triste división entre las "dos Españas",  la "liberal" (la de la Constitución de 1812 y las Cortes de Cádiz) y la  "conservadora" (los que jaleaban a Fernando VII al grito de "¡vivan las cadenas!" en 1814). Que la guerra civil de 1936 es una reedición de estos conflictos queda bien patente al examinar los bandos contendientes: a un lado el bando "nacional", que aglutinó a los carlistas o tradicionalistas y a los sectores más conservadores de la sociedad, entre los que se alineó la iglesia católica, y al otro lado los republicanos, partidarios de la constitución, la libertad religiosa y la justicia social.
Todo lo anterior es una obviedad, es la historia, conocida por todo el mundo. Ahora bien ¿alguien reconoce en esos ideales a los que, en política actualmente se declaran, o mejor dicho, autoproclaman, herederos del liberalismo? Para empezar, actualmente el partido que defiende los postulados liberales en España, se define como un partido "liberal-conservador". Difícil resolver esta antonimia. ¿Más contradicciones? En España en la actualidad rige una Constitución que proclama un Estado "aconfesional" (no laico) sui generis, por el que la Iglesia Católica es financiada vía impuestos y otros privilegios fruto de un concordato que, como poco, es escasamente liberal. Sin embargo, el partido heredero y defensor del liberalismo en España, lejos de estar incómodo con este hecho y reivindicar un estado laico, como correspondería con su ideario "liberal", declara que estos privilegios de la iglesia católica están plenamente justificados. No obstante, estos privilegios son un remanente del antiguo régimen que combatieron los liberales decimonónicos. ¿Más contradicciones? cuando se trata de reparar la memoria histórica de aquéllos que murieron combatiendo por la libertad, por la igualdad, en contra de los privilegios del clero y la oligarquía, que, como es fácil deducir, son privilegios manifiestamente poco liberales, el partido de los "liberales" actuales no ve con buenos ojos tal restauración. La retirada de símbolos franquistas tiene sus más fervientes y eficaces opositores en los alcaldes y dirigentes de dicho partido, que defienden con uñas y dientes símbolos tan poco liberales como yugos y flechas, cruces y monumentos a generales que, si tenemos que alinearlos en un bando, será siempre el de los enemigos del liberalismo, el de aquellos que gritaban "¡vivan las cadenas!" en 1814. Y no es solamente la defensa a ultranza de aquellos símbolos lo que llama la atención de estos dirigentes "liberales", es que nunca han condenado el régimen dictatorial, absolutista que ejerció con mano de hierro ese general bajito de infausto recuerdo, cuyas ideas probablemente constituirían la antítesis perfecta del liberalismo.
¿Por qué aquellos que se dicen liberales no se identifican con el liberalismo y si con sus enemigos?  Es probable que esto tenga que ver con su definición como partido "liberal-conservador". ¿Cómo se casa una cosa con la otra? Es fácil: "para algunas cosas somos liberales, y para otras conservadores". Es decir, generando un comportamiento genuinamente asimétrico: adoptando las tesis liberales cuando conviene ser liberal, y las conservadoras el resto de  las veces. Hay que decir que este comportamiento "asimétrico" no es privativo del partido liberal-conservador español (aunque es particularmente característico en éste), sino que es bastante general en otros partidos análogos en la esfera occidental. Ello probablemente se debe a que la doctrina liberal no es solo una doctrina política, sino también una doctrina económica, y aunque estemos hablando de política, en realidad la parte de liberalismo de la que se sienten herederos es más económica que política. Pero entonces nos falta saber qué es el liberalismo económico. En principio, los liberales "de verdad" (que, al parecer, existen) suelen decir dos cosas: una, que el liberalismo económico y el político van estrechamente unidos, careciendo de sentido el uno sin el otro, y dos, que el liberalismo no se ha llevado nunca a la práctica. El liberalismo económico, muy escuetamente, defiende que la economía basada en la libertad de mercado es la mejor base para producir riqueza y bienestar. Sostiene que el mercado es capaz de regularse solo, a base de equilibrar oferta y demanda, siempre en el supuesto de que exista libertad absoluta, es decir, no haya intervención alguna por parte del Estado. El peor enemigo del liberalismo económico es la intervención estatal, que según esta doctrina, distorsiona los mercados y hace que no se puedan autoregular y por lo tanto, no funcionen bien. Hay que decir que la principal crítica a la doctrina económica liberal sostiene que quizá exista una autoregulación en los mercados perfectos, en condiciones ideales de libre competencia e igualdad de oportunidades, pero la realidad está muy lejos de estas condiciones ideales, y los mercados reales son bastante imperfectos, por lo que suelen generar desigualdades, que es necesario reequilibrar por medio de intervenciones desde el poder del Estado. Básicamente, la línea divisoria entre estas dos posturas es la que también genera dos visiones políticas, una "liberal" (la del partido liberal-conservador, que es liberal en lo económico y conservador en lo demás) y otra "socialdemócrata", que cree que hay que intervenir desde el estado para corregir las desigualdades generadas por un sistema económico basado en el libre mercado. ¿Cual es la mayor contradicción de los liberales, esta vez en el terreno económico? Analicemos la situación creada cuando, a partir de 2007, la crisis económica empieza a hacer estragos en los bancos, quedando patente su falta de liquidez, fruto de los excesos de crédito de los años anteriores. La inestabilidad bancaria hace tambalearse la economía en toda la esfera occidental. Según lo dicho anteriormente, existen dos formas de enfrentarse a los problemas en economía: 1) dejar que las cosas se arreglen solas (se "autorregulen") y 2) intervenir. Recordemos que los liberales, concretamente los partidos políticos que se definen como tales, propugnan la "autorregulación", es decir, la no intervención. Pues bien, TODOS los gobiernos, fueran de ideología que fueran, incluyendo los más liberales, llevaron a cabo la mayor intervención económica de la historia para rescatar a los bancos de la quiebra. Es más, ningún partido "liberal", estuviera en el poder o en la oposición, alzó su voz para pedir que se dejara que la economía se autorregulase, que se dejara que quebraran algunos bancos, que seguramente eso serviría para "limpiar" el panorama bancario de aquellos menos eficientes, y el sistema saldría favorecido de esta forma. No. Ningún partido liberal quiso arriesgarse en esa situación. No debían confiar mucho en las tesis del liberalismo económico, pues en algunos casos se llegaron a nacionalizar bancos, como ocurrió en el Reino Unido y en Estados Unidos. Nacionalizar los bancos es probablemente la mayor herejía que se pueda cometer contra el liberalismo económico. Pues se cometió. Y no por intervencionistas de tomo y lomo, sino por gobiernos de los dos Estados más liberales de la tierra, donde sea quien sea quien gobierne, tiene que hacerlo al modo liberal.
Como conclusión, podemos decir que el liberalismo económico es tan asimétrico como el político: se es liberal solo cuando conviene, pero cuando las cosas pintan mal, es decir, cuando el poder económico ve peligrar sus ganancias y privilegios, se puede justificar sin mayor problema la intervención del papá Estado, si ésta conviene a nuestros intereses.
Hemos descrito lo que es el liberalismo, cómo algunos enarbolan su bandera y cómo la esconden cuando no conviene sacarla. Seguimos confiando en que las falsas ideas se combaten enfrentándolas a la realidad. Solo los cínicos defienden una idea y la contraria dependiendo de las circunstancias. La realidad es la mejor vacuna contra el cinismo.