El caso es que un buen día la gente del pueblo empezó a tener problemas de salud. Un número cada vez más grande de personas comenzó a sentir fatiga, dolores de cabeza, mareos...Además los afectados tenían una especie como de picaduras o heridas en la piel del cuello, junto a la yugular. El médico del pueblo pensó que se trataba de un virus, una epidemia, seguramente transmitida por algún tipo de picadura de insecto, y recetó a los afectados unos antiinflamatorios y reposo. Pero los casos aumentaban en número y gravedad. Las primeras sospechas de que esta epidemia tuviera algo que ver con los extraños seres nocturnos vino a través del testimonio de algunos vecinos que habían visto a estos seres salir precipitadamente de las casas de aquellos a los que posteriormente atacaba la enfermedad. Sin embargo, debido a la natural confianza de estas gentes, se tardó mucho en asociar el mal con su causa, de modo que cuando la gente comenzó a reconocer que aquellos seres oscuros guardaban alguna relación con la enfermedad, ésta se había extendido tanto que prácticamente todo el pueblo estaba afectado. Además el mal había adquirido una mayor virulencia, y ya se empezaban a producir víctimas mortales. El caso es que a la vez que las víctimas se multiplicaban, los seres siniestros habían aumentado en número, y al parecer, voracidad. Si en un principio se conformaban con una mordida benigna y un poco de sangre, ahora cada ataque era a menudo mortal, dejando a la víctima seca como un ladrillo. Esta situación ponía en grave peligro la supervivencia del pueblo, seriamente amenazada por aquella invasión de vampiros. Pero no era solamente la supervivencia del pueblo la que estaba amenazada, sino la misma supervivencia de aquellos siniestros seres, pues si acababan con todos los habitantes del pueblo no quedaría gente a la que chupar la sangre. Era evidente que esto tendría unas consecuencias muy graves también para los vampiros. Ya se sabe que éstos no mueren, bueno, ya están muertos, o no-muertos, más bien. El caso es que necesitan la sangre como los humanos necesitamos el oxígeno. Sin ese líquido rojo se sumen en la más miserable postración, en el más profundo abatimiento, y acaban desapareciendo, esfumándose, reduciéndose a cenizas.
En estas circunstancias, algunos vampiros tomaron conciencia de lo crítico de su situación e intentaron alertar a sus congéneres: "Alto, no abuséis de la sangre fácil, no os dejéis llevar por vuestro instinto, porque al final acabaréis con la sangre disponible y ese será nuestro fin". Pero la voz de estos vampiros no era escuchada por la mayoría, que, ávidos de sangre, se reían de sus advertencias (una risa heladora, por cierto): "Ja, ja, ja; qué ingenuos ¿cómo se va a acabar la sangre? Hay que ser un idiota para pensar eso. Nunca ha habido escasez, y nunca la habrá. Los humanos se reproducen continuamente para regocijo de los de nuestra especie". Hay que decir que el común de los vampiros era casi tan confiado como las gentes del pueblo que estaba a punto de desaparecer. Y esa confianza fue la ruina de ambos. A pesar de que unos pocos vampiros hicieron lo que pudieron para impedirlo, los humanos fueron aniquilados por las hordas vampirescas en poco tiempo. Tan poco que cuando se dieron cuenta de que no quedaban más cuellos que morder, ya era demasiado tarde para reaccionar. Se sumieron en una profunda depresión que acabó con ellos en un suspiro.
De este modo no quedó ni el apuntador en aquel pueblo. ¿Seguro?¿y, entonces, cómo es posible que haya llegado esta historia hasta nosotros? Bueno, la verdad es que no desapareció todo el mundo. Algunos de los vampiros que vislumbramos que aquel camino nos conducía a la extinción, pudimos salvar a unos cuantos seres humanos de la voracidad de nuestros congéneres. Si cooperábamos podríamos salvarnos y así hicimos: nosotros conseguimos ocultarlos y ellos a cambio nos dieron un poco de su sangre, unas gotitas, lo suficiente como para mantener nuestro interés por la existencia. Con el tiempo nuestra amistad se ha ido fortaleciendo. Ellos siguen proporcionándonos sangre, simplemente por agradecimiento y verdadera camaradería. Eso si, en pequeñas cantidades, no sea que vuelvan las anemias al pueblo. Nosotros procuramos corresponder. Vigilamos sus sueños y velamos por su seguridad. Siempre estamos ahí, y si por casualidad algún vampiro malvado y un poco estúpido amenaza a nuestros amigos humanos, le hacemos entender que lo de malvado podría ser comprensible en un vampiro, pero acabar con aquello que te sostiene es la mayor de las estupideces.
Más cuentos del 15M en este blog:
La subasta de órganos: http://megapraxis.blogspot.com.es/2011/12/la-subasta-de-organos.html
El ocaso de la tierra: http://megapraxis.blogspot.com.es/2011/09/el-ocaso-de-la-tierra-o-la-gran.html
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