Hasta ahora habíamos eludido en este blog hablar de la actualidad. No por nada, pero entendíamos que ya hay muchos blogs dedicados con acierto a comentar la actualidad. Creíamos que el espacio de este blog tenía que tratar otros temas más de fondo, que dieran otra información, que ayudaran tanto a interpretar como a preguntarse sobre la realidad. Por ejemplo, aquéllos que tenían en común exponer cómo las falsas ideas se hacen fuertes en mentes poco reflexivas, y cómo se pueden combatir usando la razón, y sobre todo enfrentándolas con la realidad en forma de datos y hechos. En este contexto hemos abordado algunas cuestiones como: las contradicciones del liberalismo (1), la actitud de la Iglesia ante la ciencia (2), el cambio climático (3), la inteligencia humana (4)(5), los límites del conocimiento (6), la entropía social (7)(8), el sectarismo (9), etc. Unas pocas veces nos hemos acercado a cuestiones económicas más candentes y a su dimensión política, si bien las hemos tratado muy someramente (10) y en algunos casos incluso "literariamente" (11)(12)(13). Teníamos preparados algunos otros temas que, en esta misma línea, intentaban exploran ese límite indefinido entre la ciencia y el pensamiento. Pero hemos tenido que parar y valorar todo de nuevo, ante los acontecimientos políticos y económicos que están teniendo lugar ahora mismo, en lo que parece una verdadera aceleración de la historia, y que van camino de producir cambios muy notables, ante los cuales, los temas que pretendíamos tratar quedan como pequeñeces sin importancia. De modo que abrimos un paréntesis para atacar la actualidad política y social, porque la que está cayendo es como para pensar, pero sobre todo para actuar.
Empezaremos por el final: hoy, 6 de septiembre de 2011 ha caído la bolsa dejando el IBEX 35 por debajo de los 8000 puntos. Recordemos que antes de la "crisis" (2007) estaba en 16000, de modo que de media las acciones de las empresas españolas han visto reducido su valor a la mitad en muy corto plazo. Esto ocurre el mismo día en que los sindicatos y otras organizaciones, notablemente el movimiento 15M, se han manifestado en Madrid y otras ciudades españolas contra una reforma de la Constitución que introduce un límite del déficit público, aprobada sin consenso (los dos partidos mayoritarios votaron a favor, el resto o en contra o se abstuvieron) por la vía extra-urgente, en pleno mes de agosto, con el difuso objetivo de "dar confianza" en la solvencia de la economía española. Fuertemente contestada, insuficientemente explicada su extrema urgencia, y menos aún la necesidad de fijar "a fuego" en la Constitución semejante regla economicista, que puede ser buena en tiempos de crisis, pero no tanto en tiempos de bonanza, la reforma constitucional (que constituye en sí un hecho extraordinario en nuestra Democracia, pues solo ha habido otra reforma, para adecuar la Constitución a nuestra incorporación a la UE) se ha quedado vieja, olvidada en el cajón (muy abarrotado, por cierto) de las medidas contra la crisis que han perdido vigencia en cuestión de horas tragadas por una vorágine de caídas bursátiles, subidas vertiginosas de la "prima de riesgo" (diferencial del tipo de interés pagado por la deuda española con respecto al de referencia alemán), aumento continuo de la cifra de parados (en este momento 4.131.000, el 21% de la población activa española), afectando sobre todo a jóvenes (46% desempleo en menores de 25 años). Todo ello en un contexto internacional no menos preocupante: países de la UE en cuasi-bancarrota, entre los que destaca Grecia, que a estas alturas ya sabemos que no va a poder pagar su deuda, y otros que van detrás como Irlanda, Portugal e Italia, que como España, afrontan un futuro económico muy negro. A día de hoy no se sabe (o al menos el público general ignora) el alcance de esta crisis para la estabilidad de la zona Euro y de la Unión Europea tal y como la conocemos hoy. La crisis es de naturaleza financiera y los bancos afrontan un futuro muy incierto sin liquidez y con un agujero estimado de 230.000 millones de Euros, situación similar a la quiebra de Lehman Brothers en 2008, que desencadenó la primera "gran caída" de la crisis (aunque esta vez sin el colchón financiero de los Estados que acudieron a salvar la banca endeudándose hasta las cejas). El FMI advierte del peligro de "recesión inminente" a nivel mundial (EE.UU. no está mejor) y un coro de patéticos dirigentes europeos replica que no hay peligro de recesión, todo lo más de cierta "desaceleración" (¿les suena?).
De todo lo anterior destacan dos cosas sobre las que reflexionar:
1) La ínfima credibilidad de una clase política que no ha hecho nada por evitar el desastre económico que se nos avecina, unos, desde el gobierno, ya sea el central o los autonómicos, que primero niegan los problemas para luego tomar medidas mal dirigidas, a veces contradictorias, que quedan en evidencia a las pocas horas de entrar en vigor, y que además no explican a los ciudadanos la situación ni el porqué de tales medidas, como si los ciudadanos fuéramos incapaces de comprenderlas (como si fuéramos idiotas, en definitiva). Otros, desde la oposición, pero seguros de obtener votos suficientes para gobernar en las próximas elecciones (se me olvidaba: todo esto ocurre a escasos 2 meses y medio de unas elecciones generales que se han anticipado debido a la grave situación en que se encuentra el país) que lo único que aciertan a decir es lo mal que lo hace el gobierno actual y que ellos lo harán mejor, pero no dicen lo que van a hacer para hacerlo mejor, pero eso sí, cooperan con el gobierno actual para introducir una reforma constitucional con "agostidad" y alevosía, y reproducen los mismos errores que atribuyen al gobierno en las CC.AA. en las que han gobernado. El debate político se ha reducido al nivel intelectual de una riña de patio de colegio que recuerda el viejo chiste ("¡Oye tú!", "¡Pues anda que tú!"). La ciudadanía se ha dado cuenta hace tiempo de la incompetencia de sus dirigentes y ya ha empezado a manifestar su enfado frente a esta casta política de indigentes intelectuales poderosos, privilegiados y bien pagados, que además no dirigen, sino que son dirigidos por otros, cayendo sobre muchos de ellos la sombra de la sospecha por corrupción. El mes de agosto ha sido pródigo en manifestaciones y actos públicos que evidencian el hartazgo de la ciudadanía frente a sus políticos. pero esto no ha hecho más que empezar, y el otoño promete ser muy caliente hasta las elecciones del 20 de noviembre.
2) La ilimitada avidez de dinero, el desmedido afán de lucro, la ignominiosa avaricia acompañada de una bajeza moral sin límites, que exhiben sin pudor los dueños del capital (por ponerles un nombre), que han mostrado que son quienes realmente mandan, y que son capaces de abalanzarse ciegamente sobre cualquier presa que se muestre debil, vulnerable, sin importarles que la presa sea un país o muchos, a los que arruinarán, llevando a la pobreza y al sufrimiento a millones de ciudadanos, o especulando con materias tan sensibles como los alimentos, con la certeza de que llevarán a la hambruna a millones de personas.
De todo esto han tomado buena cuenta los ciudadanos, porque en estos tiempos en que se ha acelerado la historia, a algunos se les ha caido la careta. Hemos visto el rostro de los que nos arruinarán si no tomamos las riendas nosotros. Ya hemos empezado. La gente se ha echado a la calle en muchos países, y cada vez va a haber más gente en la calle para parar el expolio. Ha llegado el momento de la PRAXIS. Actuemos inteligentemente. Unión, determinación, fuerza. Somos más. Somos mejores. ¡Venceremos!
Megapraxis, Madrid, 6 de septiembre de 2011.
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- ¿Que es Megapraxis? El mundo cambia, y el cambio constante es una de las ideas que conciernen a la Megapraxis, (Heráclito: "Todo fluye"). Otra es su universalidad: es global; hay que analizar todo, explicar todo; no nos conformamos con las partes. La realidad siempre es compleja y la complejidad también es megapráctica. Pero no todo va a ser análisis. Debe haber praxis ¿no? Pues eso, propuestas de acción práctica, que es lo que modifica la realidad. En resumen, conocer mejor la realidad para proponer acciones que la transformen, que la hagan progresar, que sumen “cuantos de progreso”. Pasito a pasito. Es muy simple. Pero no es fácil.
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